
El entorno.- Vivir en el norte del Cauca no es fácil, no sólo por la discriminación que viven los jóvenes por ser indígenas, afros y campesinos, sino porque están en territorios ricos en recursos naturales y defienden el proceso de resistencia desde sus principios de vida como la espiritualidad, reciprocidad, integralidad y uso respetuoso de la tierra y desde los principios organizativos que acompañan las comunidades en todas sus luchas como la Unidad, el Territorio, la Cultura y la Autonomía.
No es fácil porque los diferentes actores armados en el país los reprimen y los asesinan porque no le sirven a la guerra, porque reclaman respeto a su autonomía y porque no permiten que interfieran en su proceso político organizativo y de resistencia pacífica a los proyectos hegemónicos.
Proyectos que usan a los actores armados para desplazarlos del territorio y arrebatarles lo que les pertenece, porque la intención es explotar todos los recursos naturales indiscriminadamente, maltratando la Madre Tierra sólo para que acumulen unos pocos. Es en ese contexto, donde la comunidad indígena y los jóvenes son un estorbo para los intereses transnacionales.
»»Los riesgos.- Los jóvenes del norte del Cauca, están en constante riesgo de ser reclutados por los grupos armados o sometidos al narcotráfico porque la situación económica es muy difícil y no tienen suficiente tierra donde sembrar los alimentos. Al mismo tiempo, algunos jóvenes logran terminar sus estudios de primaria, pero hasta allí llegan, otros tienen la oportunidad de cursar la secundaria, pero no tienen alternativas de seguir estudiando para volver a servir a su comunidad.
Entonces, algunos se dedican a jornalear –trabajar en cultivos ajenos- para poder ganarse algo y otros salen de la comunidad en busca de oportunidades de trabajo para ayudar a sus familias.
Es decir, que son muchos los jóvenes golpeados por la guerra y en consecuencia, por la situación económica de extrema pobreza que los lleva a entregar sus energías, en muchas ocasiones, a actividades que no permiten crecer ni fortalecer su Plan de Vida, hasta yendo en contravía de su cultura y proceso.
Es aquí donde el proyecto de muerte golpea con más fuerza este sector de la población, porque es la etapa de las decisiones, de la búsqueda y posiblemente de reubicación. Y mientras detrás de ese proyecto está la propaganda, el terror y todo el dinero al servicio de los intereses del poder que agresivamente lo arrastra, su pueblo y su plan de vida le ofrecen “la pobreza” de su historia y su esfuerzo por construir una alternativa.
Igualmente, está “la convivencia familiar y la falta de diálogo con los padres, como factor determinante para que los jóvenes se quieran ir de la casa, porque los padres están ocupados trabajando en el Tull -huerta- y no tienen casi tiempo para hablar con los hijos, ellos llegan cansados de trabajar y no los escuchan.
A veces es la mamá la única que hace todo lo posible por escucharlos, pero no siempre comprenden lo que les pasa y es esa soledad que sienten la que los lleva al alcoholismo. También lo sentimental los afecta mucho y como no tienen con quien hablar, a veces terminan suicidándose y nadie se explica porqué lo hizo si aparentemente estaba tan bien”, afirma Henry Chocué ex coordinador del Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué.
»»El Terror y la Guerra.- Por otro lado, hay otros factores que no sólo buscan acabar con la integridad del joven sino también con la lucha por la autonomía y la dignidad de la comunidad en el territorio.
Como son los actores armados; las Farc con el reclutamiento forzoso no sólo a jóvenes sino también a niños, el Ejército Nacional con las ejecuciones extrajudiciales asesinando jóvenes y haciéndolos pasar como guerrilleros muertos en combate y los paramilitares, que por más que el Presidente Uribe diga que ya se desmovilizaron, siguen aterrorizando a los ciudadanos y matando a todo aquel que resista la agresión sistemática del régimen.
Porque la función de éstos es sembrar terror para que las comunidades se desplacen y le dejen el territorio libre a las trasnacionales aliadas con los grandes empresarios colombianos, para que entren a explotar todo lo que se pueda transformar en capital. Todo hace parte de la estrategia del proyecto de muerte que usa la guerra para lograr sus objetivos. Es una situación delicada, que pone en riesgo no sólo a los jóvenes, sino al Plan de Vida y al proceso comunitario.
»»La Conciencia.- Pero en medio de todo esto, con las dificultades, debilidades y contradicciones que tiene el movimiento indígena en el norte del Cauca, son ellos los que vienen liderando procesos de reflexión y análisis de su propio contexto con mujeres, mayores, niños, autoridades y comunidad en general para proteger, fortalecer y visibilizar el Plan de Vida y el proceso político organizativo a través de la formación y la concienciación de la juventud, y para construir alternativas de vida que permitan resistir dignamente el proyecto de muerte que pretende exterminarlos.
Evidentemente, este no es el único espacio de formación y concientización, porque todos los programas y tejidos de vida de la Acin, los proyectos comunitarios y los cabildos que hacen parte de la estructura organizativa, apuntan a este mismo objetivo desde los principios de vida y organizativos del Movimiento Indígena en el norte del Cauca.
También se destaca el papel de los programas como: la guardia indígena con las mingas en las veredas, salud con la capacitación de promotores, educación con la formación de etnoeducadores, mujeres con la formación en liderazgo, jurídico con la formación en derecho propio, medio ambiente con la formación para el cuidado de la tierra y comunicación con la formación de comunicadores comunitarios.
Así como, las actividades de los cabildos como juntas directivas y demás actividades son ámbitos para la participación.
»»El Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué Chocué.- El Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué Chocué hace un aporte a esos espacios. “Desde el Movimiento Juvenil generamos espacios de capacitación, de formación, de recreación sana y de participación, porque hacemos que los jóvenes se apropien de todos los espacios de la comunidad como las asambleas, los congresos y las mingas.
Hacemos que se acerquen más a sus padres, porque los invitamos también para que hablen con sus hijos, les hacemos acompañamiento permanente a los jóvenes, los llevamos a visitar las veredas para que conozcan la realidad de sus compañeros y se sensibilicen.
Porque el dinero no es el problema, muchos creen que eso es lo que necesitan para ser escuchados, pero acá se les hace tomar conciencia y a ellos les queda claro que para ser tenidos en cuenta lo principal es conservar la identidad cultural, pertenecer a un territorio y a un proceso comunitario”, complementa Henry Chocué.
Porque todo lo que se ha logrado no ha sido fácil, pues el trabajo que han realizado los jóvenes ha tenido muchos obstáculos, pero a pesar de todo, cuentan con el apoyo de las autoridades indígenas, de los proyectos comunitarios, de los cabildos, de la Asociación de Cabildos Indígenas del norte del Cauca-Acin, de los programas y de los tejidos de vida, pero también del apoyo incondicional y permanente del Equipo Misionero de la Consolata.
En especial del Padre Antonio Bonanomi, quién además de acompañarlos en el proceso político organizativo desde hace casi tres décadas y de ser quién apoyó la primera Escuela de Animadores Comunitarios, ha sido uno de sus mejores maestros, según lo afirma Luis David Chocué, integrante esta escuela: “él, lo que siempre nos ha inculcado es organizarnos y apoyar la organización, no sólo mirando lo nuestro, sino las otras organizaciones que nos rodean.
Las palabras de él motivan mucho para que el joven se valore y se motive a formar y a reorganizar a los otros jóvenes. Él incentiva mucho a la organización y a no dejar solo al joven y esa es la tarea que tenemos clara para seguir fortaleciendo al proceso del norte del Cauca”.
»»Las fortalezas.- En la actualidad han pasado cuatro promociones de jóvenes graduados en las Escuelas de Animadores, se puede hablar de más de mil personas que han culminado todas las etapas de formación, sin contar con muchos más que se capacitaron en asuntos técnicos. Según cifras del Movimiento Juvenil, hasta diciembre de 2007 había 5.200 jóvenes registrados de todo el norte del Cauca que hacen parte activa del Movimiento Juvenil “Álvaro Ulcué Chocué”.
Asimismo, hay una buena cantidad de jóvenes que están en todo el proceso participando desde sus localidades fortaleciendo el Plan de Vida y en muchos otros espacios, pero también hay un porcentaje en otras actividades alejados de éste y por eso el fortalecimiento del Movimiento Juvenil y del proceso se hace cada vez más urgente.
El Movimiento Juvenil tiene reconocimiento porque de ese proceso de formación es de donde han surgido varios líderes, las personas que orientan políticamente el proceso y los que siguen haciendo camino para que los jóvenes y niños que vienen atrás sean quienes participen activamente y propongan en la comunidad.
Hay muchos ejemplos de jóvenes que se iniciaron en el Movimiento Juvenil y ahora son autoridades, tal es el caso de Gabriel Paví, un toribiano que fue el precursor de este proceso y se formó en ese espacio.
Este hombre ha sido reconocido por la comunidad al ser nombrado en diferentes cargos como gobernador del Resguardo Indígena del Resguardo de San Francisco en Toribío, Coordinador del Proyecto Nasa, Alcalde Municipal de Toribío, Coordinador del Tejido de Justicia y Armonía de la ACIN y ahora secretario de Gobierno del mismo municipio.
De igual forma, pasaron también por espacios de formación: Asnoraldo Ipia, Arquímedes Vitonás, Luis Alberto Passú, Marcos Cuetia, Hilario Güegia y otros, líderes legitimados en la comunidad por su compromiso y aporte al Plan de Vida, tanto así que hubo un tiempo en que eran los jóvenes del Movimiento Juvenil los más vistos para ocupar los cargos en el cabildo. Con lo anterior, queda claro porqué el Movimiento Juvenil es catalogado como un semillero de líderes en resistencia.
»»La Resistencia.- Cuando el Padre Antonio Bonanomi dice que “el fututo es incierto, duro y difícil, porque a los pobres no les regalan nada y menos a los indígenas” deja claro que la lucha continúa, ya que en realidad todo lo que ahora tienen las comunidades indígenas no ha sido regalado, ha sido a costa de mucha sangre derramada, de viudas, de huérfanos y de muchos líderes asesinados por reclamar lo que les corresponde como pueblos.
Porque si los jóvenes no defienden el Plan de Vida, nadie más lo va a hacer por ellos. “Recuerdo cuando cometieron la Masacre del Nilo en 1991, asesinaron a 20 compañeros y la mayoría eran del Movimiento Juvenil. Cuando llegué al lugar donde estaban me encontré con el finado Cristóbal Secue –asesinado por las FARC en el 2001-, yo me desmayé, pero él me dijo: hoy mataron a 20 pero se levantaran 200”.
Y él tenía toda la razón, porque son más los que cada día se levantan, reconocen la agresión y defienden el proceso. “Los jóvenes resisten para defender la tierra, la cultura y la autonomía y la forma como lo hacen es con la participación en todos los espacios no sólo de la comunidad, sino también con otros procesos; por la unión con afros, campesinos y mestizos, por los problemas de todos y por cuidar nuestra madre naturaleza.
Porque ahora uno ve como los jóvenes ejercen el liderazgo comunitario, se han apropiado del territorio y son ellos los que encabezan las marchas, los congresos, las asambleas. Ellos ahora se sienten muy orgullosos de ser parte del proceso y de ser tenidos en cuenta”, puntualiza Henry.
»»La Dignidad.- “Porque antes muchos se avergonzaban de ser indígenas, obviamente al sentirse discriminados por verse diferentes. Y eso todavía lo podemos ver, ya que en el pueblo empiezan a comparar a los jóvenes del campo con los jóvenes del pueblo. Porque en el pueblo al que viene de arriba de la loma lo miran raro porque no se viste como algunos que viven en el pueblo, porque no tiene la pinta que los del pueblo usan.
Muchos se sentían mal por eso, pero acá ellos han entendido que nosotros valemos por lo que somos no por lo que tenemos”, enfatiza Luis David Chocué, quien también hace referencia a que no se es indígena por el sólo hecho de llevar una mochila colgada, sino por la forma de pensar y sentir.
A veces la gente cae en esa confusión, pero no es así, por que hay personas que físicamente se ven como indígenas, hablan el Nasayuwe pero de corazón y pensamiento son más blancos que el mismo blanco, pero también hay otros que tienen piel blanca, son diferentes, pero tienen el corazón y el pensamiento más comprometido con el Plan de Vida de los pueblos que el que aparenta ser indio.
“Los jóvenes se están apropiando del espacio de ellos, el nivel de apropiación se ve en la forma como defienden lo de ellos, como defienden el idioma, aunque muchos no lo hablan son muy apropiados, porque sentirse nasa es como uno se siente y como uno lo expresa. Porque lo más importante es la conciencia, o sea que un joven conciente es el que analiza la situación en la que se encuentra, ve las dificultades y fortalezas que hay.
Por ejemplo: la falta tierra, algunos tienen y otros no, entonces el joven debe empezar a buscar alternativas para solucionar sus problemas y al ser conciente de la situación, él sabe que tiene sus manos, sus pies y su cabeza que es creativa y eso lo fortalece, porque ve la forma de crear las cosas que no tiene”, añade Luis David.
En consecuencia, podemos ver que el esfuerzo que hacen los jóvenes a pesar de las adversidades en su territorio es muy valioso porque han logrado concienciar a muchas personas que antes no creían en el proceso y esto es muy importante porque es como una lucha entre un animal grande y un insecto, ya que las estrategias que usan los grupos armados.
Las trasnacionales, el gobierno y demás actores que pretenden acabar con ese proceso, apuntan a deteriorar no sólo con el territorio físico, sino también con el territorio mental de los jóvenes y esa es la lucha que lideran ellos mismos para no dejarse atrapar ni invadir el pensamiento.
»»La Participación.- Al mismo tiempo, es claro que desde el proceso a través de las asambleas, congresos, mingas y en este caso las escuelas de formación del Movimiento Juvenil “Álvaro Ulcué”, se están dando bases para que desde niños y jóvenes se identifiquen con su comunidad, entiendan su entorno, aprendan de otras luchas y así participen activamente en los espacios comunitarios, que es lo que nos cuenta Henry Chocué.
Cuando ratifica con alegría que lo que lo llena de satisfacción es ver la participación masiva de jóvenes en las acciones de hecho, en los espacios de reflexión y en todos los ámbitos donde se toman decisiones, aportando significativamente a la construcción permanente del Plan de Vida.
“La tarea que nos queda es seguir abonando estos terrenos infértiles para que los jóvenes conozcan el proceso, llegar a esos espacios que no hemos podido llegar para acompañarlos y plantar en ellos la semilla de la conciencia”, finalizó Henry Chocué•
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